Se sabe que dentro de los objetivos que persiguen muchos deportistas recreacionales, que siguen una restricción calórica, están el mantenimiento o la ganancia de masa muscular.
Restricción calórica y músculo
Las dietas restrictivas continuas son capaces de disminuir la tasa de síntesis proteica, pese a ser altas el proteínas. En un ensayo clínico aleatorizado de Campbell et al. (2020), que destaca porque se realizó con sujetos sanos y entrenados en la fuerza por al menos 5 años, se aplicaron dos tratamientos dietéticos durante 7 semanas.
A un primer grupo se le asignó una dieta con una restricción calórica continua del 25% sobre sus requerimientos. Un segundo grupo mantuvo, de lunes a viernes, una restricción calórica del 35%, seguida de una dieta isocalórica durante el fin de semana y basada en un incremento calórico mediado por hidratos de carbono.
Ambas dietas fueron altas en proteínas (1,8 g/kg) e incluían un batido de aislado de suero tras el entrenamiento, que se llevó a cabo con una frecuencia de 4 días, con una división torso-pierna y con dos sesiones de cardio a la semana.
Mala planificación y falta de resultados
Los deportistas que entrenan la fuerza desean conseguir cambios en su composición corporal, aumentando su masa muscular y reduciendo su porcentaje de grasa. Una mala planificación nutricional puede reducir parte de las ganancias de masa muscular, observándose como un estancamiento en los resultados o una débil progresión.
Tras hacer una valoración inicial de los requerimientos, es necesario adaptar la carga calórica y de macronutrientes, aprovechando estrategias como la realimentación, para conseguir optimizar la tasa de síntesis proteica, mientras se reduce el porcentaje de grasa, se mantiene la tasa metabólica en reposo y se anula el entorno catabólico, propio de las dietas de restricción calórica continua.