Se cree de manera generalizada que la pandemia de sobrepeso y obesidad esta siendo causada por un consumo excesivo de alimentos procesados modernos, altamente palatables y calóricos, algo que se ha incrementado debido a un estilo de vida sedentario.
Este modelo tradicional se conoce como modelo del equilibrio energético o EBM (energy balance model).
De manera contraria existe un modelo alternativo denominado modelo carbohidrato-insulina o CIM (carbohydrate insulin model) que propone que el aumento de la deposición de grasa en el cuerpo resulta de las respuestas hormonales derivadas de una dieta de alta carga glucémica.
Modelo EBM y sobrepeso
La obesidad es un trastorno del balance energético y el peso corporal que esta controlado por sistemas complejos e interconectados y que involucran múltiples órganos, hormonas y vías metabólicas.
Existen además variantes genéticas que son capaces de predecir la variación del índice de masa corporal IMC, aunque solo representan un 20%, y algunas mutaciones raras que causan obesidad. Pese a ello estos condicionantes genéticos y moleculares, relativamente estables en el tiempo, no son capaces de explicar el incremento mundial de la obesidad en las últimas décadas, lo que nos conduce a considerar la importancia que tienen los factores ambientales.
Estamos rodeados de alimentos procesados, muy apetitosos y ricos en energía, lo que conduce a que se consuma más energía de la que se quema. Algo que se ha exacerbado ante la falta de actividad física. Pese a ello, el “comer menos y gastar más” parece no haber frenado las tasas de obesidad, lo que contrasta con la creencia de que para lograr perder peso debe existir un déficit energético.
Alguna de las preguntas que debemos hacernos es si todas las calorías son metabólicamente iguales, y si los todos los alimentos favorecen de igual manera el mantenimiento del peso, ya sea por su carácter hedónico o el favorecimiento de la saciedad, entre otros.
Otra de las cuestiones importantes sería determinar si solo es posible ganar peso con un balance energético positivo o viceversa, como se apuntaba anteriormente, perderlo solo con un déficit energético.
El modelo EBM propugna que uno de los impulsores dietéticos de la obesidad es la gran variedad y disponibilidad de alimentos “hiperagradables”, procesados y con mucha energía.
Sabemos que la palatabilidad influye en la elección de los alimentos a corto plazo y en la cantidad de alimento que se consume, también la disponibilidad.
Por lo tanto para EBM disponibilidad, palatabilidad y exceso de energía parecen ser las causas de que los alimentos procesados causen obesidad.
Modelo CIM y sobrepeso
Por su parte el modelo CIM establece que lo que favorece el balance energético positivo que causa el aumento de peso es un cambio en el ratio de macronutrientes, en favor de los carbohidratos y concretamente aquellos con una alta carga glucémica.
La carga glucémica predice la glucemia postprandial tras el consumo de alimentos. Una comida con una alta carga glucémica provoca una aumento de la secreción de insulina, lo que suprime la secreción de las incretinas, glucagón y el polipéptido insulinotrópico o GIP, favoreciendo la rápida absorción de la glucosa en sangre, para ser transportada al músculo y al hígado, al tiempo que se estimula la lipogénesis hepática y la adiposidad.
En la fase postprandial tardía, es decir unos 3 horas después de comer, las concentraciones de glucosa son bajas, lo que produce un estado de “semi-inanición celular”, algo que estimula el apetito y los antojos de alimentos con una alta carga glucémica, conformando un verdadero círculo vicioso.
Por ello, para el modelo CIM aún produciendo un balance energético negativo si se consumen alimentos con una alta carga glucémica la predisposición para almacenar grasa continuará, junto con un mayor deseo de comer.
Si la relación insulina-glucagón disminuye mejorará la lipólisis y la oxidación de grasas, provocando la reducción de la ingesta espontánea de alimentos.
Conclusión
Como nutricionista especializado en la pérdida de peso considero que, para un alto porcentaje de las personas que tienen exceso de peso, este se debe a unos malos hábitos unido a asociaciones repetidas con alimentos procesados dentro de su entorno, lo que ha provocado un condicionamiento, fruto del sistema de motivación-hedónico-de recompensa.
En este sentido resulta fundamental conocer cuales son estos hábitos y asociaciones para desde ese punto establecer las habilidades y estrategias que pueden ayudar a mejorar ese paradigma.
Ambas teorías EBM y CIM pueden ser válidas y coexistir dentro de lo que se considera un patrón dietético occidental que favorece la ganancia de peso graso. La cuestión entonces no es encontrar un ganador sino determinar cual es el abordaje nutricional necesario para revertir y prevenir el exceso de peso en el paciente que llega a la consulta.
Para ello es necesario un tratamiento nutricional individualizado, basado en la evidencia, en el empoderamiento y la proactividad del paciente, con las herramientas de las que se dispone y sin riesgos para la salud.
Reducir de forma voluntaria la comida no funciona, el cerebro reconoce esa falta de alimentos y la caída de los niveles de leptina, lo que pone en marcha el sistema homeostático disminuyendo la tasa metabólica y aumentando el apetito, dado que este es un mecanismo de supervivencia heredado de nuestros antepasados para prevenir la falta en el suministro de alimentos.
Referencias:
https://academic.oup.com/ajcn/advance-article/doi/10.1093/ajcn/nqab270/6369073