Al tiempo que disminuye la oxidación de ácidos grasos se produce un aumento compensatorio de la glucólisis, que se observa en personas obesas, donde el lactado es transportado del músculo al hígado para producir glucosa, mediante lo que se conoce como el ciclo de Cori.
Cuando este proceso se cronifica se producen elevaciones de la glucosa en sangre en estado de ayuno, lo que aumenta el riesgo de sufrir intolerancia a la glucosa y posterior resistencia a la insulina.
Este fenómeno que Broskey et al. (2021) denominan como “ciclo vicioso de Cori” podría ser el responsable de la enfermedad metabólica.
Sugieren además que el “ciclo vicioso de Cori” puede desembocar en una disfunción del ciclo de los ácidos tricarboxílicos, que es quien finalmente promueve una baja capacidad oxidativa mitocondrial, favorecida por una deterioriro de la capacidad aeróbica.
Es por ello que la medición del lactato en ayunas podría ser un marcador que identifica un riesgo temprano de padecer síndrome metabólico.
Nuevamente observamos que la obesidad y las enfermedades metabólicas, aun pudiendo tener su origen en una sobrealimentación no pueden resolverte únicamente con el argumento de “coma menos”.
La elección de los alimentos, el ejercicio físico y el control sobre los factores epigenéticos juegan un papel fundamental, que no solo colaboran en la reducción y el mantenimiento del peso, sino también en devolver la homeostasis metabólica.
Resumen:
- Las concentraciones plasmáticas de lactado en ayunas están elevadas en individuos con enfermedad metabólica, pudiendo servir como biomarcador para identificar el riesgo temprano.
- Estas personas además tienen una menor capacidad mitocondrial y de oxidación de la grasa.
- El entrenamiento de fuerza y la pérdida de peso disminuye las concentraciones de lactato en ayunas, mejorando la salud metabólica.