La presión arterial elevada (<140/90 mmHg en población general, 130/80 mmHg en diabéticos y nefropáticos) puede estar causada por un gasto cardíaco elevado, un aumento de la resistencia vascular periférica o una combinación de ambas, lo que disminuye la esperanza de vida.
Los protocolos nutricionales tradicionales para el tratamiento de la HA usados hasta la fecha consisten en una reducción de la ingesta de sodio, una ingesta alta de frutas, vegetales y pescado, una reducción drástica de alimentos ricos en grasas saturadas y la eliminación completa de alcohol y sal añadida. Lo que se ha conocido como dieta DASH.
Actualmente se evalúa la eficacia de un enfoque nutricional-dietético basado en la restricción calórica, que ha puesto de manifiesto una reducción de los valores de presión arterial, mejora en la disfunción endotelial y reducción de marcadores inflamatorios.
Esta consiste en aplicar una reducción crónica de la ingesta diaria del 25 al 30% sobre la ingesta normal, sin la exclusión de ningún grupo de alimentos.
En línea con esta propuesta se ha propuesto al ayuno intermitente, tanto en su vertiente de time restricted feeding (TRF) con ventanas de ayuno 16/8, 18/6 o 20/4 y TRF por días, 5/2 o 4/3, como posibles protocolos válidos.
Pese a que existe un creciente interés sobre los efectos en la salud de las dietas de restricción calórica y TRF los estudios de intervención clínica aún no permiten llegar a conclusiones solidas y definitivas sobre la seguridad a largo plazo de estos enfoques nutricionales en la HA.
En todo caso, una buena monitorización del paciente, seguida de unas pautas personalizadas permitirá abordar la HA con todos los protocolos nutricionales disponibles