Sabemos que las ayudas ergogénicas pueden mejorar el rendimiento y/o acelerar la recuperación, Donde cafeína y deporte son un binomio bien conocido.
La cafeína ha sido estudiada en deportes de combate, proporcionando mejoras significativas en actividades que requieren máxima concentración y menor reacción temporal, como la toma de decisiones rápida y la anticipación a la acción del oponente. Se ha observado también un posible efecto “economizante” de los carbohidratos tras el consumo de cafeína (Weber et al. 2019).
En un reciente ensayo clínico Oliveria et al. (2021) estudiaron a atletas competitivos de judo durante sus entrenamientos, basados en 40 minutos de ejercicios generales o gimnásticos, 40 minutos de entrenamiento técnico y 40 minutos de combate o Randori.
Estos requieren habilidades específicas y cognitivas complejas, con esfuerzos de alta intensidad, que incluyen atacar y lanzar, inmovilizar, ahogar y bloqueos articulares.
Es de prever qué, en estos esfuerzos de corta duración el metabolismo proviene de la síntesis de fosfocreatina y la glucólisis anaeróbica, ya que la propia glucólisis aumenta la producción de lactato, comprometiendo el rendimiento anaeróbico. De ahí que las reservas de glucógeno sean fundamentales en el judo, pese a que un 40% del trabajo es aeróbico.
La cafeína aumenta los ácidos grasos libres en plasma y reduce la concentración de ácido úrico post-entrenamiento al inhibir la enzima fosfodiesterasa, antagonista del AMPc, capaz de aumentar la lipasa celular y la lipólisis.
Esto permite además disminuir el dolor percibido, al bloquear el receptor central de adenosina.
Aumenta el lactato, lo que indica un mayor consumo de carbohidratos y un menor catabolismo proteico, gracias a un mejor uso de las grasas. Pudiendo afirmar que proporciona una flexibilidad metabólica favorable para la práctica de los deportes intermitentes de alta intensidad.